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El Meollo

Con el pan y sin la torta

Hoy sin desearlo recaí en la desesperación que resultaba de la prohibida invitación de una mujer ajena. Sin letargos y atavíada, su figura me incitaba a corromper el lazo sagrado que nos ata a los hermanos de la vida. En una lucha sin soldados, en donde cualquier hombre sucumbe bajo el encanto del opuesto, sentí que me perdía en un lugar donde se te eclipsa el alma en una penumbra eterna y se te clausura el camino de vuelta... uf.
Me unía al clan de los sin escrúpulos, esos que se juntan sin que nadie los llame y que se van en cuanto lo áspero nos cubre.Estaba sin reflexión y desbordado, pero al fin lo importante, que inmanente nos conduce, emergío y pude librarme de mis errores aún sin cometer, una sacudida de honor me hizo recular y así di por concluído el sacrilegio.
Que desafío toturante: el de inhibir los impulsos y encumbrar los sentimientos.
Java.

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